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En 1854, escuchó por primera vez el fenómeno de las mesas giratorias o mesas parlantes (como se decía en aquella época), al que solo empezó a conceder crédito tras haber sido testigo, un año después, en 1855.

Las llamadas mesas giratorias, eran sesiones mediúmnicas donde se establecía contacto con espíritus desencarnados, que hablaban desde «el más allá» a través de los llamados médiums.

Un médium es aquella persona sensible que tiene la capacidad de comunicarse de diferentes maneras con los espíritus de seres encarnados y desencarnados.

Hay diferentes tipos de mediumnidad, estas son algunas de las más conocidas:

Pictográfica: se expresa a través de imágenes.

Clarividencia: se expresa con la visión de una persona o de una situación del pasado o del presente.

Clarialience: se expresa a través de los olores.

Clariaudiencia: el médium oye la voz y sonidos de los espíritus que le transmiten mensajes.

Xenoglosia: se expresa a través de la habilidad en recibir y transmitir mensajes en otras lenguas.

Psicofonía: el médium recibe los mensajes y los transmite instantáneamente, la mayoría de las veces adopta una voz que no es la suya y se atribuye a otra entidad o espíritu.

Psicografía: el médium puede escribir mensajes que vienen de otra entidad.

Clarisintiente: el médium recibe información psíquica a través de la percepción o la sensación de la energía sutil, sentimientos.

Luego de esa experiencia A. Kardec, en su diario escribió: “Mis ideas están muy lejos de ese suceso, pero vislumbre en esas aparentes futilidades, en esa especie de juego preparado de antemano, algo serio: la revelación de una nueva ley. Y me propuse estudiarla en profundidad”.

Tras ese hecho, su persona dio lugar a un cambio total. Tan grande que hasta cambió su nombre originalmente Hippolyte Léon Denizard Rivail, por su seudónimo, Allan Kardec. Ya que en una de las sesiones su espíritu protector le había informado que, en una existencia previa, en la época del emperador Julio César, ambos se habían conocido y él se llamaba Allan Kardec.

También decidió adoptar el seudónimo para que el reconocimiento de sus obras anteriores no recayera sobre su figura, dado que ya era un intelectual de prestigio en Francia en otras asignaturas.

En su biografía dice que recibió su misión en una sesión, a través del médium Japhet, el 30 de abril de 1856.

A partir de ese momento se dispuso a estudiar estos hechos exhaustivamente y de manera precisa, profunda y lógica para plasmar todos sus descubrimientos en sus obras:

El libro de los espíritus, su obra aparecida el 18 de abril de 1857.

Esta obra plasma preguntas lógicas y concisas a seres desencarnados que dan respuestas a través de los médiums convocados en cada sesión.

Aquí se da un compendio de las diferentes clasificaciones de espíritus adoptadas por el autor (superiores, inferiores, rebeldes, errantes, vulgares, etc), además de abarcar diferentes cuestiones esenciales para todo ser humano, preguntas que no tenían respuestas claras.

Estas son algunas de sus obras más importantes acerca del mundo espírita:

• 1859: ¿Qué es el espiritismo?

• 1861: El libro de los médiums

• 1864: El evangelio según el espiritismo

• 1865: El cielo y el infierno

• 1868: La génesis

• 1890: Obras póstumas

Allan Kardec desencarnó a los 64 años, un 31 de marzo de 1869. A más 150 años de su muerte, sus libros siguen siendo editados y vendidos en todas partes del mundo.