De pequeña, cuando me preguntaban a qué me quería dedicar cuando sea grande siempre me costaba dar una respuesta, más adelante comprendí que era porque esa respuesta no estaba dentro de una universidad y no era “normal” buscar opciones fuera de ella.
Me constó mucho y recorrí bastante antes de darme cuenta que aceptar mis diferencias está bien y construir desde allí es lo que mi alma me quería decir desde hacía tanto tiempo y que, para ser bueno en algo, no necesitas que un título te ponga el valor que tienes.
Hay personas que nacen con la vocación de ser abogados, arquitectos, médicos y está muy bien, pero en mi caso (y la de muchas personas más), nacemos con un tipo de vocación diferente, algo que no se estudia en centros educativos estructurales y convencionales. Para todas aquellas personas, aquí estoy yo y las hermosas personas que día a día se suman a esta comunidad: los raros los diferentes, los que creemos en cosas que no siempre se pueden ver o comprender con la mente que nos enseñaron, pero sí se pueden sentir.
No creemos que un “título” nos puede definir, pero si nuestras acciones, pensamientos y sentimientos.
El objetivo es que más personas liberen su potencial, puedan llevar a la manifestación aquello que son realmente y poder vivir en armonía y sintonía con su corazón.