Nació un 10 de julio de 1856, en la actual Croacia. Cuando tenía 3 años de edad vivió un episodio que despertaría su curiosidad y trazaría los caminos del resto de su vida: mientras acariciaba el lomo de su gato, el roce de su mano produjo una lluvia de chispas y quiso averiguar el motivo.

En su época de estudiante comenzó a gestar el propósito que lo acompañaría para siempre: idear el modo en que la energía gratuita pudiese llegar a todo el mundo.

En 1884 se trasladó a los Estados Unidos para trabajar con Thomas Edison.

Entre ambos existieron diferencias que fueron acrecentándose con el tiempo. Edison fue un defensor de la corriente continua y Tesla de la corriente alterna.

La idea de Tesla era mejor, pero necesitaba a Edison para ponerla en práctica. Este último no quería poner en riesgo su fortuna.

Tesla quería iluminar la tierra. Dijo «La luz es más vieja que la materia» y afirmaba “todos somos luz”.

«No hay espacios vacíos, hay que aprovechar la energía contenida en el aire”. 

Frecuentemente, utilizaba palabras como espíritu o música celestial: «mi oído espiritual es tan grande como el cielo».

«Todo lo que alguna vez hemos visto, escuchado y leído nos acompaña en forma de partículas de luz».

Tenía algunas obsesiones inusuales, entre ellas las pirámides de Egipto y ciertos números.

El científico creía que las pirámides de Guiza tenían un propósito mucho mayor que sólo servir como enormes mausoleos para las momias. Por ello dedicó gran parte de su vida para intentar descifrar su funcionalidad.

Su teoría era que las pirámides de Egipto eran una de estas fuentes ilimitadas de energía, ya que estaban recubiertas por piedra caliza blanca, con grandes propiedades aislantes. Además, sus bloques internos tienen dentro de su constitución pequeños cristales y metales y sus ejes son de granito. Este último elemento es ligeramente radiactivo y permite la ionización del aire. Y para volverlo todavía más intrigante, las pirámides de Guiza se construyeron sobre canales de agua subterráneos, lo que es conductor de la electricidad.

Nikola Tesla se volvió un experto y referente del electromagnetismo. Pero más allá de conducirnos hacia el descubrimiento de los generadores de corriente alterna, Tesla veía la Tierra, nuestro planeta, como un generador enorme de electricidad.

La otra obsesión de Nikola Tesla tenía que ver con los número s 3, 6 y 9. «Si supieras la magnificencia de los números tres, seis y nueve, tendrías una llave al universo».

Las matemáticas son una ley universal, en cualquier parte del mundo 1+2 = 3. Los números y sus leyes son patrones que se repiten de manera infinita en la naturaleza. La geometría sagrada es un ejemplo de esto. 

La naturaleza obedece a las potencias del sistema binario, en el que el patrón comienza en 1 y se van duplicando los números de manera que obtenemos el patrón: 1,2,4,8,16,32,64,128,256… Las células y los embriones se desarrollan siguiendo este patrón.

Pero los números 3, 6 y 9 no están en el patrón. El científico Marko Rodin sostiene que estos números representan un vector de la tercera a la cuarta dimensión, que él llama campo de flujo. Algunos científicos que siguieron los estudios de Nikola Tesla creen que esta es la clave secreta de la energía libre, algo que Tesla llegó a dominar. 

Usando el número 3 obtenemos que duplicar 3 da 6, si lo duplicamos es 12 y descompuesto (1+2) es 3, si duplicamos 12 es 24, y 2+4=6. En esta secuencia no aparece el número 9, es como si estuviera más allá de ambos patrones.

Falleció el 7 de enero de 1943, en su habitación de hotel en Nueva York, a la edad de 86 años.

Cuando lo enterraron, el gobierno de Estados Unidos intervino en su despacho y requisó todos los documentos que contenían sus estudios e investigaciones.